viernes, 6 de febrero de 2009

La gente de los 90

Se le ve en la cara lo que su nombre pregona : la que es vigorosa. Es así como consiguió el título de malabarista : aguadora, lavandera, segadora, hortelana, criadora de gallinas, y conejos, terror de esas mismas gallinas y conejos cuando había que echarlos a la cazuela, interna en una casa como chacha, esposa, madre, cuidadora de madre más tarde, abuela, peona albañila cualificada, tejedora de ganchillo, remendadora,  portera,....y las teclas que me deje.

Recuerdo haberle dado un par de digustillos. 
Para las fiestas del pilar cuando yo tenía 16 cogí una moña de competición, habiéndome quedado a su cargo y al de mi abuelo por un viaje de mis padres. Yo susurraba entre náuseas y gimoteos con el tono más lastimero que ustedes puedan imaginar:
-¡Ay!¡Que me habrán echao algo en la cocacola! ( no mentía , vino de garrafa  concretamente)
Aquel día estuvo mi abuelo en un tris de darme un mojicón.

Otro fué cuando se enteró de que no bautizaba al primero de mis hijos. 
-¿Se va a quedar morico?, me lloraba.
Pasado algún tiempo , fallecido ya mi abuelo, me decía por lo bajini:
-¿Sabes? Yo se que después....después no hay nada. Que el abuelo Vitor a mí me quería mucho. Y me habría avisao.

Lo sé, lo sé. Y la respuesta es que no, que mi abuela no llevaba sonotone. Y tampoco usaba gafa-paragüas. ¿Qué?¿ Le mando la foto a Iker Jimenez?

2 comentarios:

  1. Qué maja. Anda que no la habría avisao Vitor de que no le esperara para cenar.

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  2. De grandes abuelas salen nietas enormes. Yo, como no conocí abuela, me quedé chuchurrío. Leche, me tengo que buscar una abuela de alquiler o algo, que la carencia de abuela debe tener sus consecuencias. ¡Viva la yaya la badil!

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Alguien tiene la última palabra?