Cuando acabó la frase if you don't know it , a Louis (Armstrong) se le cayó la partitura. El hombre no era de los que se arredran. Siguió adelante, apoyándose en el par de frases dispersas que recordaba, hasta que al fin dejó totalmente de lado la letra para imitar su propia trompeta con una serie de scats sincopados.[..]
En el preciso momento en que a Louis se le cayó la letra y dio paso a su genio improvisativo, inauguró una locura musical que se convertiría en algo tan característico de la cultura americana como Superman o el Far West. La enorme multitud de dubidubas y tapiruris que proliferaron más tarde como anuncios ambulantes de alkaseltzer, no hicieron sino imitar comercial y groseramente lo que , con espontaneidad y altísimo sentido musical, Armstrong había hecho en ese disco. No bien puesta a la venta, la grabación cayó sobre Chicago como una tempestad. El día que llevé la copia a la sede del sindicato, la gente salió en estampida hacia las oficinas de la Okeh: una semana después se habían agotado todas las copias. Durante meses pudo verse a los colegas saludarse por la calle con los riffs de Louis. I goot the heebies, exclamaba uno, y el otro le respondía I got the jeebies, y allí mismo se enzarzaban en un intercambio de scats. El disco de Armstrong estuvo a punto de desterrar para siempre el idioma inglés de Chicago.
La rabia de vivir
Mezz Mezzrow y Bernard Wolfe
Ahí está la diferencia entre un genio y un señor despistao que no se acuerda de la letra.
ResponderEliminarA Chayo Mohedano en mitad de una actuación de la tele se le cayó el micrófono, siguió cantando porque el playback seguía su marcha y aquí no dice nadie nada de eso. También puede ser un acto creativo de la misma importancia o incluso de más si me apuras, pero no se le valoró del mismo modo que al Armstrong.
ResponderEliminarAhí la dao, Helter. Los genios hacen arte hasta de sus errores.
ResponderEliminarPero Harry, no se por qué dice que no se la valoró del mismo modo. Armstrong dijo dubidú, y la peña dijo dubidú. Esta muchacha se dejó de oír y la peña guardó silencio absoluto.
Más éxito imposible.