De marcha

Ayer, por cambiar de plan , nos fuimos a pasar la tarde-noche a las urgencias de la Casa Grande que, aunque suene a poblado de García Márquez, es como se conoce popularmente al Hospital Miguel Servet.

¡Qué de gente.....! Más asistencia que en cualquier cotillón de Nochevieja. Y no daban matasuegras y serpentinas ni uvas, pero le pusieron a mi madre una pulserica como en los parques de atracciones para que se pudiera montar en todos los espectáculos : rayos x, análisis, ecografías,..

Ojo, cuando llegas y te dicen "te voy a abrir una vía", aunque suene como "te voy a poner un piso en la Castellana" no es ni eso ni que te hagan sitio para pasar, sino que te ensartan una aguja en el brazo a la que le van colgando complementos según les rota.

Así los enfermos con su manica abierta parara no apretar y que se les escape la sangre parecen concursantes para un casting de mesas petitorias.

En la sala de espera , abarrotá, pacientes y acompañantes jugamos al juego de las sillas, pero con más alicientes porque no hay una silla menos que concurrentes sino unas veinte. Algunos hacen trampa e intentan esconderlas bajo los abrigos haciéndoles carantoñas como si fuesen enfermos. Los tengo calaos.

Las enfermeras y celadores hacen slalom con los que van en silla de ruedas y camillas. Ganan los que llevan camillas , porque te apartas si o si ,o te arrollan los abusones.

En la sala de al lado hay una fiesta de globos, aunque si te acercas un poco ves que lo que lleva cada uno agarrao es un gotero. Los que lo llevan con percha y ruedas van caminando por los pasillicos hablándole como al amigo invisible. A fuerza de insistir yo creo que estos goteros desarrollan una cierta capacidad de comprensión humana. Recuerdo a mi abuela, que en paz descanse, que le llamaba "mi novio". Y él no rechistó, osea que no le parecería mal.

La megafonía tiene el volumen a prueba de sordos. No, de muy sordos. Sospecho que es para evitar que la gente se les duerma. Y es que al final uno se aburre. Mi hermana y yo estamos pensando presentarnos voluntarias para hacer el payaso y/o montar un bingo, pero ante la mirada de mi madre, desistimos. Mi madre es mucha madre y, aunque nos adora, no se ha quitao la aguja para clavárnosla porque somos dos y en su infinito afán de justicia y ecuanimidad no sabe por cuala empezar .

Ya por lo bajini, las dos marías maquinamos lo chachi que sería una prueba de lanzamiento de alpargatas, pero nosotras y el personal hospitalario estamos de suerte y la cosa no es grave, así que después de algunas horas y pasadas ya las doce de la noche nos vamos corriendo pa casa antes de convertirnos en calabazas.

¡Jo,... cómo nos lo pasemos!