Tengo que hacerles una confesión. A veces me cuesta distinguir el arte del cachondeo.
A toro pasao es más fácil, si sale en los libros de historia , aunque sea blanco y en botella no es leche, es arte.
Pero si es contemporáneo tuyo la cosa se complica.
Si yo hubiese conocido a Duchamp a lo mejor me hubiera ido de cañas con él, pero pa rato le compro un mingitorio.
¿Cómo distigues tú, humano/a corriente moliente, a un grupo de estudio de Liricopatología y Adelfismo que practique la Onirocrítica Aliética e Ictibalística con acercamientos a la Tonosofía africana de un grupo de caraduras que jamás conoció ni conocerá la vergüenza?.
A sus pareceres dejo si son unos visionarios del arte de la danza cuya coreografía merecería adornar la apertura paralela del Colegio de Patafísica de París o una panda de esgarramantas con serios problemas de coordinación motora-auditiva también de París. Que franceses si que son.
Ojo a la galanura, ojo al diseño de vestuario , ojo al concepto y ojo, que una parte no se podía decir todo, asín que hay dos
Pa que un gitano de Jerez te meta en compás flamenco el Tenorio, la pantera rosa, la tabla periódica de elementos, la música barroca, y el diccionario de María Moliner.
Y solo me he inventao lo del diccionario, que igual ya le ha metío mano.
Porque, digan lo que digan la partida de nacimiento, el DNI , mis propias carnes y mi madre, esta servidora se ha sometido al test del adolescente y oye el pito.
¿Se enteran?.
Vuelvo a la edad del pavo, así que có, no me rayes, có.